La Pitahaya, una fruta tropical nativa de Sudamérica, ha experimentado una rápida expansión en el Sudeste Asiático. Tras años de investigación, comenzó a cultivarse en las Islas Canarias y posteriormente en la Península Ibérica, especialmente en las provincias del sur donde las condiciones climáticas son más propicias para su adaptación.

Este cactus tropical, perteneciente a la familia de las Cactáceas, produce una fruta ovoide de vivos colores como rojo, rosa o amarillo, con brácteas distintivas que le han valido el apodo de «fruta del dragón». Su pulpa, que varía en color desde blanco hasta rojo, presenta una textura suavemente fibrosa y dulce, adornada con pequeñas semillas negras.

La temporada de cosecha de la pitahaya se extiende desde junio hasta diciembre, convirtiéndose en un producto cada vez más popular durante los meses de verano.

El cultivo de la pitahaya se destaca por sus bajas necesidades hídricas, lo que lo hace adaptable a prácticas de manejo ecológico y sostenible.

Este cultivo alternativo está ganando terreno en términos de superficie cultivada y su consumo se está afianzando en todo el mundo. Con sus características únicas y su versatilidad, la pitahaya se posiciona como una opción atractiva tanto para los productores como para los consumidores, promoviendo un enfoque más diversificado y sostenible en la agricultura local.